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¿Por qué no extender la jornada continua de verano durante todo el año?

Una de las mejores cosas del verano es precisamente la jornada continua. Y es que numerosas oficinas y empresas modifican sus horarios para comprimir su jornada y concentrarla durante la mañana, permitiéndonos salir para disfrutar de la tarde al completo. Si esta medida gusta a la mayoría, ¿por qué no extenderla durante todo el año?

Para empezar, normalmente este horario suele ir de 8 a 15 horas, haciendo un total de 7 horas al día y en consecuencia, 35 horas a la semana, una cantidad de horas que ya existe en otros países europeos pero que por desgracia, no se ha implantado en España. Hubo un tiempo en el que el debate se puso sobre la mesa pero con la llegada de la crisis, esta propuesta pasó a mejor vida. Y es que con una jornada semanal de 8 horas, en muchas empresas esas 7 horas se compensan a lo largo del resto del año, por lo que no sería posible sin cambiar las condiciones.

En realidad, esta jornada continua proviene de hace unas décadas, cuando el aire acondicionado era una quimera y teníamos que conformarnos con ventilar por las mañanas, los ventiladores y los abanicos. Con la llegada de los sistemas de climatización, es posible trabajar con una temperatura de confort durante todo el día y la noche. Es más, algunos hasta pasamos frío (y nos resfriamos) en verano precisamente por culpa del aire acondicionado.

Otro factor por el que existe la jornada continua son las vacaciones de los niños, y es que con los niños fuera del colegio, es muy complicado hacerse cargo de ellos: guarderías, canguros y campamentos pueden “aliviar”, pero cuando los niños están en casa lo mejor es que sean los padres los que se hagan cargo de ellos.

También es una cuestión de productividad. Durante el periodo estival es normal que muchas empresas reduzcan su actividad, los cerrados por vacaciones proliferan en los escaparates y en general, la actividad es menor. Así que lo más eficiente es concentrarla. No sucede lo mismo durante el resto del año, en el que los contactos con potenciales clientes y proveedores puede producirse en una horquilla más amplia durante la jornada. Nadie quiere estar cerrado cuando un cliente llame a la puerta. No obstante, estar más horas frente al ordenador no se traduce en ser más productivo.

En todo caso la felicidad por la jornada continua pone en evidencia una vez más  la importancia de la conciliación de la vida personal y profesional. De nuevo, quizás no sea cuestión de implantarla como norma de fe, sino implantar la flexibilidad y el teletrabajo para suavizar duras jornada maratonianas en las que a las 8 horas del trabajo hemos de añadir los desplazamientos.

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