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¿Todo el mundo miente en el currículum?

Espero que cuando hayas leído el titular no te hayas llevado las manos a la cabeza. No tienes más que echar un ojo a la prensa para ver cómo incluso nuestros políticos más populares han inflado sus Currículum, asignándose titulaciones que no han finalizado o incluso han obtenido de forma cuanto menos irregular.

No nos gusta descubrir estas noticias, pero sería hipócrita negar que es una costumbre demasiado extendida. ¿Cuántas veces hemos escuchado que ese taller de una tarde era en realidad un curso? ¿O que ese curso básico online era en realidad un curso avanzado en idiomas? Qué más da, si total no lo van a comprobar.

Desde luego, el exceso de oferta de formación complementaria, los títulos no homologados y la proliferación de instituciones educativas alternativas han facilitado mucho esta tarea. Pero ojo, sin estigmatizar: los cursos online son buenos, los talleres de una tarde también, incluso los debates generados en eventos especializados. No debemos perder la vista en el objetivo: aprender, actualizar conceptos e intercambiar impresiones. Toda profesión que se precie requiere de una actualización constante para estar al día.

Pero cuando llega el momento de redactar un CV, la experiencia y la formación se dilata para intentar alcanzar un puesto en el que probablemente también han pedido más requisitos de los necesarios. Es como una especie de órdago a lo grande: el empleador se encuentra en posición de exigir, vista la gran oferta de candidatos y estos intentan ser el mejor a cualquier precio.

El tema de los idiomas puede dilucidarse muy fácilmente con una entrevista en esa lengua en cuestión, que medirá al instante nuestro vocabulario, soltura y gramática, pero todos conocemos a gente que tiene el Advanced y le pueden los nervios y otra que habla genial inglés gracias a una estancia en Londres fregando platos.

¿Qué más da un título no reglado si lo importante es que el candidato sepa ejecutar esa tarea? El problema radica de nuevo en que hay muchos candidatos y muy poco tiempo para demostrar que el perfil se ajusta al puesto. Así que lo más fácil para todos es pedir y mostrar títulos en un alarde absurdo de titulitis.

Esto lo sabemos todos, empleados y empleadores, de  ahí que sea tan común recurrir al networking y dejar el proceso de recruitment como última opción. El personal de recursos humanos está especializado en encontrar al candidato ideal, pero si cuentas con referencias de tu entorno, es mucho mejor saber por una persona de confianza que esa persona que opta a un puesto está capacitado precisamente porque lo han visto en acción.  Asimismo, LinkedIn y su proceso de validación de aptitudes también constituye una herramienta útil para validar conocimientos. Fallar en la elección de un candidato es algo sencillamente inasumible.

Desde luego, es algo cultural y esconden dos fallos graves de fondo: lo inocuo que resulta una mentira en nuestro currículum y cómo no, aquellos que tienen la formación y no saben venderse y viceversa.

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